El pasado diciembre se publicó en Nature Geoscience un mapa actualizado de dicho sustrato rocoso, elaborado a partir de datos de radar aerotransportado, de satélite, sísmicos y de la acumulación de nieve. Para completar los vacíos que dejaban los datos de radar, los autores emplearon un método más preciso basado en principios físicos, y hallaron notables diferencias respecto a mapas anteriores:. Así se ha llegado a la elaboración de un mapa cartográfico de la Antártida de mucha mayor precisión en el conocimiento y descripción del sustrato rocoso y de las masas de hielo que lo cubren (ver con mayor detalle el artículo original indicado en la referencia abajo). Así, por ejemplo, se han corregido desviaciones de hasta 2000 metros en la elevación del sustrato rocoso.El nuevo mapa anuncia buenas y malas noticias sobre la pérdida de hielo en distintas partes del continente. «Para la Antártida occidental no hay demasiada esperanza», señala Mathieu Morlighem, director del estudio y experto en ciencias de la Tierra de la Universidad de California en Irvine. Sin embargo, este mismo investigador dice que en el caso de la Antártida orienta la situación es diversa, puesto que hay zonas en donde no se prevee un deshielo tan rápido como en la zona occidental.
Según Jonathan Bamber, glaciólogo de la Universidad de Bristol que no participó en el proyecto cartográfico, el trabajo subsana importantes lagunas en la topografía del sustrato rocoso del continente, lo que facilitará grandemente la capacidad de elaborar simulaciones sobre el deshielo en el futuro y sus repercusiones, sobre todo, cara a una posible subida del nivel mar en grandes proporciones.
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